La mercantilización de la fe

El Nuevo Testamento nos advierte repetidamente contra la mercantilización de la fe.

San Pablo nos dice:

Porque no somos como muchos, mercaderes falsos de la palabra de Dios: antes con sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo. (2 Corintios 2:17, Reina Valera Antigua)

Y San Pedro nos advierte de los falsos maestros que:

…por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. (2 Pedro 2:3)

Pero hoy esta enseñanza está más olvidada que nunca.

Martín Lutero se escandalizó por la venta de indulgencias, pero hoy los evangélicos no se escandalizan más. Nadie se extraña por que los pastores cobren fielmente su sueldo, a pesar del ejemplo de Pablo, el cual trabajaba con sus manos para no ser carga a las iglesias (ver post sobre los pastores asalariados). Y se enseña sin pudor la falsa doctrina del diezmo.

Ellos aparentan ser muy piadosos, y la gente sencilla no se da cuenta que les están tomando el pelo y que su religión es poco más que un timo. Creen que una persona que aparenta practicar la piedad cristiana debe de ser moralmente superior, por eso bajan la guardia.

Hoy se ofrecen a la venta todo tipo de productos «cristianos». Ha surgido un nuevo mercado para la música «cristiana». Hay librerías especializadas en libros «cristianos». Y la gente ahora piensa que no hay nada de malo en cobrar por un producto o servicio de tipo religioso. A no ser que ofrezcan fetiches al estilo de la iglesia que tiene como eslogan «Pare de Sufrir» (Iglesia Universal).

Pero no tienen pudor en vender un disco de música cristiana, anunciando que le traerá bendición al cliente. O que tal o cual libro le traerá bendición. Pero esa bendición hay que pagarla en efectivo.

El mercado tiene su propia lógica, una lógica que a menudo va contra la lógica espiritual.

Cuando uno trata de vender un producto con ánimo de lucro, lo diseña de manera que atraiga el mayor margen de ganancia y el mayor número de clientes. Lo que sucede en la religión es que se adapta el mensaje para hacerlo más atractivo y más lucrativo. El elemento de edificación espiritual queda relegado en último lugar.

Y esto es lo que sucede cuando se ofrece al creyente prosperidad material. No se busca que los creyentes sigan el ejemplo de servicio y sacrificio de Cristo, por que eso ahuyentaría a los clientes. En vez de tomar la Biblia como fuente de enseñanza, es más útil tomar ideas de manuales de auto-ayuda, psicología o negocios, y justificarlos y aderezarlos con versículos fuera de contexto.

Se busca la manera de que el cliente tenga una buena experiencia y que quede satisfecho. El culto de las iglesias se adapta a las exigencias del marketing. Se utilizan conjuntos musicales que tocan los ritmos de moda. Los antiguos himnos se desechan por aburridos. Se convierte el culto en un show. Las iglesias con cultos más divertidos atraen más feligreses.

A veces resulta más rentable producir el temor en las personas. Se les hace creer a las personas que si no asisten fielmente a la iglesia están mal con Dios, que si no dan diezmos y ofrendas le están robando a Dios. Se manipula a las personas inculcándoles el temor al diablo.

Hasta la motivación para el evangelismo está pervertida. Se busca captar más feligreses con el fin de obtener una mayor base de diezmantes y ofrendantes. Por eso la iglesia se convierte en un negocio que busca tener la mayor cantidad de sucursales.

Ya se abandonó el evangelio de la gracia que predicaban los primeros reformadores. Ahora se pueden obtener favores especiales de Dios con diezmos y ofrendas .

Te ponen a trabajar de gratis para la iglesia, y te dicen que «estás sirviendo a Cristo», pero son ellos los que se lucran. Recuerdo cuando me ponían a barrer y a arreglar las sillas plegables y a predicar en el grupo de crecimiento.

La espiritualidad es muy sensible a ser manipulada cuando hay ganancia económica de por medio, y esto es lo que normalmente sucede. Cuando la búsqueda del lucro prevalece, cuando el dinero es el criterio más importante, es imposible que sea predicado el evangelio con sinceridad.

En teoría enseñan que es suficiente aceptar a Cristo para ser salvo, que la salvación es completamente gratuita; pero te piden que vayas a la iglesia regularmente, y que trabajes para la iglesia, y que traigas a otros a la iglesia, y que des tus diezmos y ofrendas.

Lo de la salvación gratuita es un solo un enganche, cuando estás adentro te cobran. Te presionan para que les des dinero. Te dirán que no eres un buen cristiano si no lo haces.

Ante tanta manipulación es necesario el discernimiento. Al buscar una congregación, un hogar espiritual, lo primero que hay que averiguar es lo que se enseña sobre el dinero. Si les interesa más sostener al clero y construir más infraestructura eclesiástica hay que descartarlos de inmediato.

De entrada hay que pensar que debe ser muy pobre la espiritualidad de una iglesia que no cumple su función social, no importa cuanto insista en alegar que tiene una sana doctrina. El buen cristianismo se demuestra en la práctica.

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Un comentario

  • oxidado

    Comparto el pensamiento acerca de la comercialización de la fe y estoy en desacuerdo con ello.
    Cuando Caminaba sobre los andadores de la Basilica de Guadalupe son clara muestra de este mercantilismo.
    Abarca desde librerias hasta la venta de todo tipo de objetos religiososo y santos. De hecho se retiró el antiguo mercado para dar paso a las criptas con una valor promedio de 6000 dolares y de igual se compró el antiguo cine lindavista para dar paso a las criptas de San Juan Diego, Hemos de recordar el copyright de La virgen de Guadalupe que se vendia a los chinos y que terminó con la destitución de su abad, fue un pequeño gran escandalo.