La Biblia no es para niños

La lectura de la Biblia a temprana edad puede producir ansiedad y temor en los niños, esta es la experiencia que he tenido.

Mi testimonio

Muy temprano en la vida, desde que aprendí a leer he sido un lector empedernido. Y uno de mis primeros materiales de lectura fue el clásico del cristianismo: La Biblia, en su versión protestante en español: La Reina Valera de 1960.

A la tierna edad de 7 años empecé a leer la Biblia, en la cual encontré algunos dichos de Jesús que me llenaron de temor. Especialmente los referentes al infierno y al juicio final.

Especialmente perturbador fue el pasaje sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo. Temía blasfemar mentalmente y ser condenado al infierno; y en un instante, en un parpadear de ojos, ser reo imperdonable de juicio eterno.

Las descripciones del lugar de tormento «donde el fuego no se apaga y el gusano nunca muere», y «los lamentos y el crujir de dientes de ese lugar» me parecían terroríficas.

La lectura del libro de Apocalipsis me producía pesadillas, y el temor constante de pensar que «hoy podría ser el día del juicio final».

Me preocupaba mucho mi salvación. Quería saber qué necesitaba hacer para escapar del infierno, y dudaba que lo consiguiera. Buscaba respuestas en la Biblia, y lo que encontraba era más confusión.

Una vez en la escuela dominical me presionaron para que «aceptara a Cristo», a lo que yo accedí. Dije: «Sí, esta bien, yo acepto a Cristo hoy», aunque en realidad no sabía que diablos significaba eso. Busqué en los evangelios y no encontré en ninguna parte nada que que hablara sobre «aceptar a Cristo». Pero a la congregación le dijeron que yo había aceptado a Cristo, y me felicitaron públicamente. Pero yo me sentía una farsa.

Yo seguí con mis temores y mis dudas. Sentía que necesitaba que alguien me explicara la Biblia, por que yo no la entendía. Alguna literatura religiosa que cayó en mis manos ofrecía explicaciones más convincentes, pero enseñaban cosas que contradecían lo que enseñaban en mi iglesia. Leí las revistas de «La Pura Verdad», y literatura de los Testigos de Jehová y los Adventistas. Ahora tenía que decidir cual de todas estas enseñanzas era lo correcta, por que mi salvación dependía de ello. Esto me producía ansiedad.

Y mi confusión siguió, y nadie me orientó. Después de muchos años y muchas lecturas, ahora en mi edad adulta he llegado a la conclusión de que ya no creo en la Biblia, y me he curado de mi aprehensión.

Mis temores de la infancia los veo ahora como algo absurdo. Ese dios celoso y resentido que encontré en la Biblia me parece muy inferior a lo que debería ser un Ser Supremo. No puedo concebir como la Suprema Inteligencia, si es que existe, pueda llegar a proferir amenazas tan vulgares, y mande al infierno a millones de personas, por no creer en las doctrinas correctas.

Consejos para los padres cristianos

Les recomiendo a los padres cristianos que no permitan a sus hijos pequeños leer la Biblia. Si quieren darle una educación cristiana, consíganles material cristiano para niños que no tenga la crudeza que tiene la Biblia misma, que presente un cristianismo edulcorado que no perjudique la salud mental de sus hijos.

Los cuentos sobre David y Goliath, la partición del Mar Rojo por Moisés y la creación del mundo en seis días son aceptables, siempre que se minimice su parte violenta.

El cuento sobre la muerte y resurreción de Jesús está bien, ya que a pesar de ser violento tiene su final feliz.

No les hablen nada sobre comerse a Cristo en la Eucaristía, ni siquiera en forma simbólica, por que eso los puede asustar. La Eucaristía es un rito para adultos.

Enseñen a sus hijos que todas las personas de buena voluntad irán al cielo, y que los malos pueden arrepentirse y recibir perdón, pero que siempre deben de pagar por sus malas obras.