¿Quién es este Jesús?

El siguiente texto lo escribí en un foro ateo hace varios años. En ese foro ateo era popular la idea de que Jesús nunca existió. En el texto opino que si Jesús existió o no, no es importante. Utilizo varios ejemplos bíblicos para demostrar la falta de confiabilidad histórica de los evangelios.

Muchos ateos dan por sentado que Jesús existió, aunque lo consideran como una figura puramente humana, como el líder de una secta apocalíptica. En mi opinión lo relevante no es que haya existido hace 2000 años una persona llamada Jesús, porque había muchos con ese nombre por ese tiempo, sino más bien lo que históricamente ha sido determinante ha sido la leyenda que se ha tejido sobre su persona, el aura de un maestro carismático, de un dios redentor, de un profeta.

Se han propuesto varios descripciones del carácter de este ser legendario, como el de un gurú espiritual al estilo hindú, un reformador político, un revolucionario, un loco, un alucinado; hasta como el mismo Verbo encarnado, el Hijo de Dios que entregó su vida para salvar a la humanidad. ¿Quién es este al que llaman Jesús?

¿Podemos extraer de los evangelios canónicos una descripción coherente que nos muestre como pudo haber sido el pensamiento y sentir de este hombre? ¿Cómo fué su vida, que cosas hizo? ¿Se puede bosquejar un retrato espiritual que pueda ser de edificación personal o tema de reflexión social? Se habla tanto de Jesús, que parece que se diera por entendido que la mayor parte de la gente tiene ya una clara idea de lo que este hombre representa, cuando en realidad él es un gran desconocido.

Mi opinión personal después de haber leído algunos libros sobre crítica bíblica y haber leído los evangelios mismos, es que no podemos trazar con seguridad ni siquiera un bosquejo de la personalidad de Jesús y que por lo tanto pierde relevancia la cuestión de si existió o no.

No contamos con más fuente que los evangelios canónicos y estos a su vez no son nada confiables desde el punto de vista histórico. La crítica bíblica, el análisis de contenido de los textos evangélicos nos presenta las batallas doctrinales y las rivalidades religiosas de los grupos que inspiraron los evangelios. No es cierto, como muchos creen, que los evangelios fueron escritos por los apóstoles que le dan sus nombres: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los autores son anónimos, los nombres arriba mencionados han sido proporcionados por tradiciones dudosas.

Es claro de la simple lectura de los evangelios, que los tres primeros conocidos como Mateo, Marcos y Lucas, tienen una estructura narrativa similar, con pasajes a veces casi idénticos, con algunas modificaciones. Los estudios eruditos sobre este asunto nos han proporcionado la teoría de que Mateo y Lucas son versiones expandidas de Marcos, y que probablemente existió una fuente Q, hoy desaparecida, que tambien sirvió de fuente. Parece evidente entonces que Mateo y Marcos no pudieron haber sido testigos oculares que tuvieran fuentes de primera mano de la historia de Jesús.

La misma estructura de Marcos no es una narración coherente sino de un conjunto de pequeños relatos toscamente entrelazados entre sí. La crítica bíblica sugiere que estos relatos y anécdotas pudieron haber surgido primeramente de una tradición oral de las primeras tradiciones cristianas y que se cristalizó en los escritos que ahora conocemos. Pero para completar ese proceso debieron de haber acontecido muchas transformaciones en la tradición y en los textos.

Una lectura cuidadosa nos revela las controversias entre comunidades cristianas y un marcado antisemitismo. El evangelio de Juan parece estar aún mas apartado de la realidad que los evangelios sinópticos, es mucho más místico y esotérico; se interesa por Jesús en cuanto Verbo encarnado e interpreta la historia de la humanidad como una lucha entre las fuerzas del bien y el mal; la luz y la oscuridad. Según el evangelio de Juan, el mundo en que vivimos está gobernado por el príncipe de las Tinieblas y la misión del hijo de Dios es redimirnos de este mundo perverso. Los judíos aparecen como los enemigos de Cristo, como los enemigos de la luz y del bien.

En los evangelios resaltan más las controversias teológicas y políticas entre las comunidades cristianas que les dieron origen que la historia sobre la vida del supuesto mesías. Un ejemplo de esto lo encuentro en la parábola del sembrador en la que Jesús se propone explicar porque algunos reciben el mensaje cristiano en mejor manera que otros, comparandolos con las tierras que deben estar dispuestas para una siembra.

Sin embargo, el evangelio como lo entienden los escritos del apóstol Pablo, está intimamente ligado con la historia de la muerte y resurrección de Cristo, de manera que no era posible para Jesús y sus discípulos predicar el evangelio, porque aun tenían que darse las condiciones objetivas que permitieran la obra de redención. Por lo que parece evidente que Jesús no dijo nunca tales palabras, y que estas se encuentran como una forma de propaganda cristiana, el que redactó esta parábola estaba pensado en las condiciones que se daban en su comunidad más que pensar en lo que verdaderamente habría enseñado el maestro judío.

Historias como estas abundan en los evangelios, las parábolas tratan de explicar muchas veces las razones por las que el pueblo judío rechazó las enseñanzas cristianas. Esta pregunta se encontraba en las cavilaciones más profundas de las primeras almas cristianas, que veían en el rechazo de la comunidad judía una fuerte objeción a su fe. Fe que al fin se fortaleció gracias al elevado grado de fanatismo y de sectarismo de sus adherentes.

Otro ejemplo lo encontramos en la conocida parábola del hijo pródigo, en la que el hermano mayor que siempre había estado con su padre representa al pueblo judío, mientras que el hijo que se había encontrado a los vicios representa al pueblo pagano, que recibió la gracia de Dios y el perdón al convertirse a la fe cristiana. El padre, que representa a Dios, se goza más con la conversión del hijo pródigo que se entregó a un modo de vida irresponsable que a la fidelidad de su hijo, que lo ayudó siempre y sin vacilaciones. El mensaje que se quiere dar es claro, Dios prefiere al pueblo cristiano de origen pagano, que a los mismos judíos. El creyente cristiano que leía estas parábolas las entendía claramente, dado que el se encontraba inmerso en la situación descrita por ellas, mientras que hoy en día se les da todo tipo de interpretaciones caprichosas.

Otro ejemplo lo tenemos en la parábola de los labradores malvados en Mateo 12. 1-12, sobre un hombre que mandó a una viña a su Hijo amado para que reprendiera a sus trabajadores que se estaban apropiando de los frutos, estos matan al Hijo; por lo que el Padre en venganza los mata y la da la viña a otros. El versículo 43 nos dice «Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él», Esta parábola nos da a entender que la religión judía ya no sería válida, sino que sería sustituida por la religión cristiana, debido a la perfidia de los judíos y su obstinación en negar que Jesús era el mesías y dios mismo encarnado. El versículo 45 nos dice que los sacerdotes y fariseos entendieron que Jesús les estaba dirigiendo esa parábola a ellos, y furiosos querían matarle por ello. Lo que no es posible, ya que ni los discípulos de Jesús a los que les costó tanto creer en la resurrección de Cristo hubieran sido capaces de entender esta parábola, que obviamente no pudo haber sido enseñada por Jesús, sino por algún propagandista cristiano posterior, cuando se dió el choque entre las comunidades cristianas de origen pagano y los judíos celosos de sus tradiciones.

La misma historia del nacimiento de Jesús que relata el evangelio de Mateo está interesada también en destacar el papel privilegiado de los creyentes cristianos de origen gentil en contra de los judíos fieles a su religión. Ningún profeta, escriba o sacerdote judío logra discernir el nacimiento del mesías, pero si lo logran unos extranjeros que practican algún culto pagano, practicantes de la astronomía que estaba condenada por Moisés. Se adivina ya que los paganos recibirían la salvación y que los judíos serían desechados. No se lee en el evangelio ninguna palabra de reprensión para estos idólatras, pero en cambio parece que se les exalta por su fe.

Sin embargo el libro de Hechos nos cuenta que los primeros cristianos todavía practicaban la religión judía, se reunían en el templo y hubo una gran controversia de si los cristianos convertidos del paganismo hubieran debido adoptar las costumbres judías, Pablo era el representante de aquellos que pensaban que los gentiles debían liberarse del ritual judío. Entonces ¿Cómo se explican estas controversias si supuestamente Jesús después de su resurrección dió instrucciones precisas sobre el evangelio a ser enseñado, y que debería ser predicado a todas las naciones, como lo dice Mateo 18:20?

Mi respuesta es que Jesús nunca dio tales enseñanzas y los apologistas cristianos posteriores pusieron palabras en la boca de Jesús para zanjar esas controversias. Estas, entre otras razones, me mueven a pensar que los evangelios no son nada confiables desde el punto de vista histórico y que la reconstrucción de un posible bosquejo de quien pudo haber sido este hombre Jesús es imposible.