Oración al Corderito Manso para Vencer Enemigos

Cordero de Dios dispuesto para el sacrificio

Corderito Manso que en el altar estás, vence a mis enemigos que contra mí estén, que mi corazón encarne en el de él, como encarnó Jesucristo, mandó y a San Lazaro venció, como no he de vencer yo a este enemigo traidor, con dos te miro, con tres te agarro, con la sangre de Jesucristo el corazón le parto.

A mi enemigo veo venir con ojos vendados y los brazos inutilizados, sangre de Jesucristo me pide y yo no se la he de dar, yo te pido gran Señor que me lo traigas, que me lo has de traer rendido a mis pies, vencido y desanimado; tienes fuerza para vencerlo, si algo del diablo intentan contra mí, no se lo permitirás; si a la justicia fuere, no ganará, si a defensores pusiere, todos se negarán. Como el cordero estarás ante mí, al mirar mi presencia todos se desmayarán. ¡Amén!

TRES AVES MARÍA Y TRES GLORIA AL PADRE.


Oración para vencer las maldiciones por la sangre del Cordero

Señor Jesucristo, en la cruz te has hecho una maldición por nosotros para que yo pueda ser redimido de todas las maldiciones y heredar la bendición del Padre (Gálatas 3: 13). Tú eres la Salvación de los que se vuelven hacia ti. Por lo tanto, puedo recibir de ti mi liberación porque «los que invocan el nombre del Señor serán salvos» (Rm 10, 13).

Invoco ahora tu nombre omnipotente y te pido que saques de mí, tu servidor, cualquier presencia diabólica; extiende hacia mí tu brazo victorioso, que el ángel de la paz aleje de mí todo poder del enemigo; frustra en mi vida las maquinaciones de personas envidiosas, malvadas y corruptas; haz vana y neutraliza cualquier fuerza maligna que actúe por veneno, mal de ojo, brujería, maldición, hechizo y sortilegio.

Espíritus malignos, si me atáis o me oprimís por una maldición, una brujería, una maldición pronunciada en mi contra, o una consagración a una deidad ídolo, un demonio o Satanás, cualesquiera que sean las condiciones; yo, por la gracia de mi bautismo, en el Nombre de Jesús, desato todas estas ataduras; os niego ahora todo derecho sobre mí, sobre mi cuerpo, mi alma y mi espíritu; me cubro con la Sangre de Jesús que me limpió de mis pecados.

Por la misericordia de Dios Padre, el poder de la Sangre de Jesús, el Cordero inmolado, por la unción del Espíritu Santo, a través de la intercesión de la Inmaculada Virgen María, lucho contra toda infestación o influencia demoníaca, toda acción de Brujería contra mí, todo hechizo. Yo las rompo y las destruyo, las rechazo y las repudio, las cancelo en el Nombre de Jesús, y corto todos los lazos y obstáculos de los espíritus de las tinieblas; yo rompo en particular las ataduras de maldiciones, brujerías, cualquier conjuro oculto, consagración o pacto de personas de todas las generaciones, íncubos o súcubos, el culto de los gemelos, las máscaras sagradas, etc.

Me desato y desato a todos los que están bajo mi autoridad. Me establezco ahora en la victoria del Cristo resucitado y en la bendición del Padre Eterno. Jesús, mi Salvador, me ha liberado para siempre. Me libró de todas mis ansiedades (Sal 34, 18).

El Señor es bueno conmigo. Él es mi ayuda. Confío en él y no temo más; no temeré lo que un hombre pueda hacerme (Sal 56: 10-12).

A través del Espíritu de fuerza, amor y autocontrol que mora en mí, vivo ahora en la libertad de los hijos de Dios para celebrar las maravillas del «Dios de las liberaciónes». Amén. 1



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