Por esa sangre…

La doctrina cristiana ortodoxa nos enseña que era necesario que Cristo sufriera por nosotros. No era suficiente que fuera vejado y torturado, su sangre tenía que ser derramada.

Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados, nos dice el autor de Hebreos.

La relígión judía exigía sacrificios cruentos como forma de purificación ritual, como documenta el libro de Levítico.

El sacrificio cruento de Jesús en la cruz acabó con la necesidad de esos sacrificios, según el libro de Hebreos. El sacrificio de Jesús fue perfecto, y de una vez para siempre. Ahora está oficiando como sumo sacerdote en los cielos, intercediendo por los cristianos. Esos sacrificios que exigía la Torah eran solo la sombra de lo que Jesús había realizado en la cruz.

Este mensaje de Hebreos estaba dirijido a personas que aceptaban ese sistema sacrificial, quizás sacerdotes. Tal parece que el libro fue escrito antes de la destrucción del Templo de Jerusalén en manos de los romanos.

Sin embargo, existía otra tradición dentro de la religión judía que cuestionaba ese burdo sistema de sacrificios. Eran profetas y místicos (Misericordia quiero y no sacrificios).

Ese sistema de sacrificios servía de mantenimiento a una clase sacerdotal opresora. Es inconcebible que Dios se dedicara a decretar con todo lujo de detalles este bárbaro sistema sacrificial, cuando hay temas de interés para el ser humano que no se mencionan ni de pasada.

Si rechazamos de plano ese sistema sacrificial que el libro de Hebreos da por sentado, el sacrificio de Cristo sería inútil. Si la sangre de los animales no tenía poder, tampoco la sangre de Cristo.

Pero hay otras interpretaciones del sacrificio de Cristo.

Para San Pablo, la muerte y la resurrección del Señor sirven de prototipo para la experiencia del creyente cristiano converso, que comienza en el bautismo.

Juan hace énfasis en la encarnación como misterio central de la fe.

La sangre de Cristo aparece en estas tradiciones en la liturgia de la eucaristía. En Juan, Jesús ofrece su cuerpo como verdadera comida y su sangre como verdadera bebida, que dan la vida eterna. Esto escandalizó a los judíos, ya que su religión prohibe la ingesta de sangre.

San Pablo nos da las palabras de la liturgia de la eucaristía en el contexto de la última cena. Jesús dice allí que el pan es su cuerpo, y el vino su sangre, y nos invita a consumirlo.

El por qué quiere Jesús que el hinquemos el diente y bebamos su sangre es algo que no se explica. Para la sensibilidad del hombre moderno esto puede resultar un tanto grotesco, especialmente si no se ha criado en un hogar cristiano.

No vale recurrir a la interpretación de la eucaristía como un mero símbolo, como hacen los evangélicos, pues si los elementos del pan y el vino son solo símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo, estos últimos no serían símbolos, y no se deja de participar en una forma de canibalismo ritual, aunque sea simbólico.

¿O es posible que haya un simbolismo de segundo nivel? ¿Qué significado tendría esta práctica traduciendo un lenguaje mitológico a uno más comprensible para el hombre moderno?

Me cubro con la Sangre de Cristo

Algunos evangélicos gustan de invocar la sangre de Cristo como si fuera un amuleto, dicen «Me cubro con la sangre de Cristo» haciendo referencia a la última de las plagas de Egipto, en la que los israelitas, al untar el dintel de sus casas con la sangre del cordero pascual, fueron librados de la muerte de sus primogénitos.

Pero en el Nuevo Testamento, más que untarnos en forma metafórica o mística con la sangre de Cristo, se nos invita a beberla.

Pero los evangélicos no celebran frecuentemente la eucaristía en cada culto, como lo hacían los cristianos del Nuevo Testamento, sino que lo hacen en forma ocasional, quizá para llevarle la contraria a la Iglesia Católica.

Aunque la Iglesia Católica hace tiempo que disminuyó drásticamente el uso de la especie del vino en la eucaristía. Esto se hizo para evitar accidentes embarazosos.

Y es que no es lo mismo derramar algo de vino que derramar la sangre de Cristo.



3 comentarios

  • David Morán

    El vino, en el pasado algunos monasterios europeos fomentaban mucho su elaboración,los frailes se dedicaban al cultivo y preparación para el consumo en la iglesia, pero también lo exportaban. Creo que dieron buen aporte al mundo vinícola.

    No se derrame el vino que, pudiendo estar consagrado, también es caro.

    Saludos.

  • Nepente

    bueno. yo mantengo tambien una relacion odio amor con esto. algo que siempre le critique al dios cristiano y a la comunidad cristiana es que hombre, aceptemolo, si jesus semi dios poco le hubiera dolido o siquiera importado, y si hubiera sido humano pues hay gente que sufre mas y no se le hace culto.

    bueno. aparte, todos amen al hijo de dios y los mismos minutos despues dicen somos hijos de dios… muchas cosas… como la moral, acepto la moral tranquila. pero no la moral antinatural (se nota que he leido nietzsche =/)

    cuando amo, cuando escucho musica, cuando pinto, cuando soy abngada, siento que eso es dios. escucho beethoven, ese es dios, leo y hay mil dioses.

    los unicos demonios son los politicos. (salvo a Allende y otros pocos)

  • Ardegas

    Nepente:

    San Anselmo nos enseña que era necesario que Dios se hiciera hombre. La teología de la encarnación resulta fundamental para el cristianismo ortodoxo. Lo que sucedió en la cruz se supone algo trascendental, diferente a cualquier otra muerte, ya que en la cruz se realiza la obra de salvación del género humano.

    Estas son cosas básicas.

    Simpatizo con tu manera de asociar lo divino con tu experiencia vital.

    Tampoco confío en los políticos. En ninguno.