Propaganda Religiosa No Solicitada

Lo he sufrido en carne propia.

Hay personas que al principio te tratan con amabilidad y simpatía, y momentos después están insistiendo con el tema de la religión, aun a pesar de observar en uno señales evidentes de incomodidad.

A nadie le gusta que le digan qué es lo que tienen que creer, a menos que lo reafirmen en sus creencias. En estas situaciones los propagandistas religiosos muestran una notable falta de caridad y empatía, desobedeciendo el mandamiento de «no tratar a otros como no te gustaría que trataran a tí».

La persona que es sometida a una propaganda religiosa no deseada se siente incómoda, por que talvés no quiere reaccionar en forma descortés o agresiva, dadas las iniciales muestras de simpatía, y sin embargo se siente impulsada a hacerlo. En ese momento ella piensa en formas discretas de interrumpir la conversación o cambiar de tema.

No tenemos por qué caer en esta trampa. Si percibimos que hemos recibido falsas muestras de amabilidad con el fin de indoctrinarnos, tenenemos el derecho de llamarle la atención a la persona que nos importuna, e incluso a molestarnos y denunciar sus creencias.

Exijamos respeto. El respeto a otras personas incluye el derecho a respetar su derecho a tener una opinión diferente.

Dile al que te importuna: no quiero que me hables más de ese tema. Pregúntale si sabe lo que es spam y si está de acuerdo con él. Pregúntale si le gusta que insistan en venderle lo que no quiere comprar, y llámale la atención por su manipulación.

Discusiones Estériles

Los que en el mundo occidental no compartimos la religión cristiana somos más afectados con ese tipo de abusos.

Son creencias convencionales y aceptadas que la Biblia es la Palabra de Dios, y que orar y asistir a la iglesia son costumbres muy saludables y recomendables. Hay muchos que creen estas cosas aunque no las practiquen. El propagandista cristiano se siente pues justificado en suponer que en el peor de los caso uno forma parte de ese grupo de creyentes apáticos, y que solo es necesaria una exhortación moral para volverte al buen camino.

Uno presiente que no se lo tomarán ligeramente si se les contradice sus creencias fundamentales. De hecho, los no cristianos estamos acostumbrados a este trato, y podemos predecir lo que sucederá en una conversación de este tipo.

Lo que viene es una conversación en la que no se llega a nada, provocando frustración en ambas partes, ya que ampas partes parten de comienzos distintos. Abundan los creyentes evangélicos que parten del supuesto de que la Biblia es la Palabra de Dios, en forma literal, y sin utilizar ningún argumento quieren convencer al no creyente citando pasajes de la Biblia. Es así de decepcionante.

Ante esta situación se dan dos estrategias:

Hay no cristianos que optamos por evitar como una plaga estas conversaciones religiosas que no conducen a nada. En este grupo se encuentran muchos agnósticos y apateístas. Y por otro lado están los que aprovechan cualquier oportunidad para llegar a este tipo de conversaciones, en este grupo se encuentran los radicales que han hecho del ateísmo su religión.

Es este último grupo el que más resiente la propaganda religiosa no solicitada, y hasta llegan a reaccionar con amargura y resentimiento contra todo tipo de religión, haciendo generalizaciones en forma injustificada.

Lamentablemente, el concepto de Dios que tienen muchos creyentes es el de un dios que no respeta a las personas, y que llega hasta el extremo de proferir vulgares amenazas de castigo a los que no acepten determinadas doctrinas, o que no realizen determinados rituales.

Afortunadamente no todos los creyentes son así. La Iglesia Católica ha llegado a aceptar la posibilidad de que un ateo que busque con sinceridad la verdad reciba la aprobación divina.