La Ley de la Vida que nos rige a todos
Por: Marco A. Meza
Todo ser humano es regido por la ley de la vida. El 50% de todo lo malo que nos sucede se debe a esa ley. El otro 50% de lo que sufrimos es debido a la ley de los accidentes.
Todos vivimos al vaivén de estas dos leyes.
Todos tenemos deudas que pagar con sufrimientos debido a errores cometidos en vidas anteriores o en la presente. A estas deudas se les llama Karma.
Lo bueno que nos acontece, que nos hace más felices y que nos hace la vida más llevadera, se debe a que en vidas anteriores o en la presente hicimos buenas obras. Y a ésto, a lo que está a nuestro favor en esta vida, se le llama Darma.
Karma y Darma es, pues, la llamada ley de compensación. Quien mal hace, mal multiplicado recibe. Quien bien hace, bien multiplicado recibe.
De todos nuestros hechos tenemos que dar cuentas. No hay nada que hayamos hecho en mal o bien en vidas anteriores o en la presente vida que no sea controlado por estas leyes.
Los seres humanos vivimos en la tercera dimensión, la cual se llama así porque comprende tres medidas. Todo cuanto existe en el mundo físico de los humanos tiene tres medidas: largo, ancho y grosor. También está la cuarta dimensión, es otro mundo o estado de existencia, donde todo tiene las tres medidas mencionadas más la cuarta del tiempo, el cual no existe, pues allí es la eternidad.
En la cuarta dimensión es donde nos llevan el control de todos nuestros actos de vidas anteriores y de la presente. Allí están los llamados registros akashicos o archivos de nuestras vidas que controlan algunos seres superiores.
Aquí son pesados nuestros valores positivos o negativos en la balanza de la justicia. Cada quien recibe en la vida lo que se merece. De ello que hay quienes tienen todas las comodidades y otros que nacen en la pobreza o en la miseria. El que nace ciego, es porque en vida anterior fue muy mentiroso; el que viene con un brazo impedido es porque con ese mismo le pegó a su madre; el que sufre de cáncer, especialmente incurable, es porque ha sido un gran fornicario; el que muere cuando más desea vivir, es porque en algunos casos, él se suicidó en la vida anterior , y en la presente como castigo debe morir a la misma edad en que se quitó la vida. De esto, que no nos queda más que resignarnos en nuestra situación. Aún los que han nacido en hogares millonarios, pues sabemos que el dinero no lo es todo y la felicidad no es a base de dinero. Ayuda, sí, pero las situaciones que nos corresponden según la ley no pueden ser cambiadas o compradas con dinero.
A todos tiene que venirnos muchas desgracias de acuerdo con nuestros hechos negativos. ¿Pero quién para saberlas? Bueno, esto cuesta, pero es posible averiguarlo. Si despertamos nuestra conciencia de bien podremos ir a la cuarta dimensión y conocer nuestra situación.
Todos tenemos un destino trazado. Debemos padecer tales y cuales cosas, aprovechar tales situaciones y tenemos que morir un día a una hora determinada. Lo que debemos de padecer y lo de morir, todo ser humano normal puede cambiarlo. Si tenemos que sufrir de alguna enfermedad fatal o muy dolorosa, bien puede evitarse o hacer que se presente de una forma menos seria. La muerte puede ser trascendida y así poder seguir viviendo.
Todo esto se logra tomando el Camino de la Revolución de la Conciencia de la Enseñanza Gnóstica.
De esta forma lavamos Karma, porque una ley mayor supera una menor. El Camino de la Revolución de la Conciencia trasciende el Karma.
Con el Camino de la Revolución de la Conciencia podemos llegar a tener la perfección espiritual total (la autor-realización íntima del ser). La felicidad eterna. Existir con nuestro cuerpo físico actual todo el tiempo que querramos, siglos, milenios de años, etc. De esto hay muchos ejemplos, pero solo mencionaremos uno muy conocido: el de Jesús el Cristo. Este glorioso Ser vive actualmente, con su mismo cuerpo físico de hace 2,000 años, en una región del Tibet llamada Shamballa, junto con otros maestros que también tomaron el camino de la Revolución de la Conciencia. Si alguien va en cuerpo físico común no lo encuentra, ya que el Shamballa corresponde a la cuarta dimensión. El que aprende a meter su cuerpo físico en la cuarta dimensión de Jinas, sí puede visitar a estos Maestros.
Tomado de la revista «Cultura», de Honduras. 1983.