Oraciones a San Esteban

Oración para funcionarios del orden público

Esta es una oración recolectada por el abad Julio, una oración para «ser feliz en la guerra y evitar cualquier herida de arma». Una oración destinada a los militares, policías, guardaespaldas y vigilantes, y a sus padres, esposas e hijos.

Armas, yo os conjuro, por el bienaventurado San Esteban, primer mártir, que los malditos impíos lapidaron, quien incluso oró por sus perseguidores y verdugos, diciendo: «Jesucristo, Señor Nuestro, no les imputes esta falta, dígnate más bien perdonarlos (porque no saben lo que hacen)», para que no me podáis hacerme daño a mí (diga su nombre), que soy siervo de Dios.

(Haga la señal de la cruz) En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Que así sea.1

Oración de sanación

Glorioso mártir Esteban, tú que supiste soportar el atroz martirio de la lapidación, ayúdame a soportar el dolor que me atormenta.

Libérame de las piedras que socavan mi bienestar, para que, restablecido de cuerpo y mente, pueda alabar nuevamente al Señor Jesús, a quien contemplas ahora en la gloria de los Bienaventurados.

Amén.2

Oración de San Anselmo a San Esteban

Esteban, y verdaderamente Esteban porque fuiste verdaderamente coronado (Stephanos significa «corona» en griego), dile a Aquél que te ama y a quién amas: Señor, no le cuentes estos pecados. Dile, por los pobres que te suplican, lo que dijiste por las personas que te mataron.Que hable solo tu caridad, y estoy seguro de que Dios, muy benevolente, perdonará todos mis pecados. Porque Él es misericordioso, mi Creador, y yo infeliz, su criatura, y tú, el amigo amado de Aquel que es bendito por los siglos (Rm 1, 25). Señor, no les cuentes este pecado. Hombre bienaventurado, ¡qué esperanza le das a los pecadores, a tus amigos, cuando escuchan que mostraste tanta solicitud por las personas impías, tus enemigos! Señor, no les cuentes este pecado. ¿Cómo responderá él, cuando sea invocado, el que se excusa así, cuando es provocado? ¡De qué tipo de benevolencia cubrirá él a los humildes, él que ahora está glorificado, el que protegió a los soberbios cuando fue humillado! ¡Con qué prontitud librará a los afligidos, el que hoy, liberado con poder, vino ayer a ayudar así a quienes lo afligieron! Se apresuraron a quitarte el alma, tú que te esforzabas por recuperar sus almas. Amén.3