Relación amor-odio con el cristianismo

Más de alguno se ha preguntado a qué me refiero cuando digo que tengo una relación amor-odio con el cristianismo. Hay quien cree que digo eso por que estoy confundido, y no me decido entre el cristianismo y el ateísmo, o entre el cristianismo o el satanismo. Y es que también hay quien haya sospechado que yo pueda ser una adorador de Satanás.

Estas especulaciones me hacen gracia, aunque son en cierta manera comprensibles.

Pero no, no estoy confundido.

Aunque a veces escribo artículos desde una perspectiva cristiana, como el de Diez consejos de un incrédulo para evangelizar inconversos, lo hago medio en broma, medio en serio (tongue in cheak, como dirían los gringos). No es que me haya convertido en cristiano.

No soy cristiano, ni pienso volver a esa religión (o relación, como quieran llamarle, tanto monta). Tampoco soy ateo, entre los ateos se encuentran las personas más fanatizadas: pencos ilustrados.

Pero tengo las ideas bien claras.

No creo en las fábulas bíblicas, pero creo que hay rasgos de diseño en el universo. También tengo una clara sensación de que hay algo misterioso y espiritual en la existencia humana, algo que la ciencia no puede explicar.

¿Pero a qué viene el odio, a qué viene el amor?

Hay odio, por que actualmente creo que el cristianismo es falso, y que malgasté mucho tiempo de mi vida creyendo en tonterías. Si yo supiera lo que sé ahora, habría aprovechado mejor mi tiempo, y me sentiría más satisfecho. Habría evitado miedos, inseguridades, y hubiera tomado decisiones más racionales.

Hay amor, por que a pesar de todo, mi interés por el cristianismo me convertido en la persona que ahora soy, y ese interés todavía subsiste. Y ahora que puedo tomar las cosas con más calma, puedo darme también el lujo de la nostalgia.

Y me maravilla el hecho de que antes creía tantas cosas que ahora rechazo fácilmente. Y creo que en cierta manera me puedo poner en los zapatos de los creyentes. Rechazo, por lo mismo, las caricaturas fáciles que de la religión hacen los ateos.

Por eso es que a veces me inclino más del lado de la defensa de la religión, al escuchar las barbaridades de los anti-teístas, tanto que a veces idealizo la religión más de la cuenta, pero también el comportamiento de los creyentes en la vida real me trae de vuelta a la realidad, y recuerdo el daño que puede hacer la religión.

Y en ese movimiento de péndulo me encuentro.

Aunque estos días me encuentro más anti-religioso que de costumbre….

Para saber más sobre mi evolución chequen mi serie sobre Mi Peregrinaje Espiritual.