Johrová
Esta curiosa narración, parodia de la literatura bíblica, la encontré en un viejo post del foro Cyberateos, el que a su vez fue tomado de un foro «creyente». Por su lenguaje blasfemo y profano no la recomiendo a los creyentes con sensibilidad a flor de piel. A los demás: disfruten.
El Libro del Santo Profeta
Por: Anónimo
Los hombres desconocieron la justicia de Johrová en el reino Judalandia,y sus corazones se llenaron de sangre, lo que es normal, pero también se llenaron de egoísmo, lujuria y todas esas cosas que a los hombres les gustan mucho y que el Señor, por desgracia, desaprueba. Falsos dioses ocuparon los templos de Johrová, y el Distrito Federal de Jerusalem fue gobernado por Homologué, hijo de Bebías, siendo Bebías hijo de Cogías, y Cogías hijo de Hormigas. Homologué tenia un buen linaje, pero aun así, era hijo de puta a los ojos del Señor. Unos mercaderes se presentaron ante Homologué, en Jerusalem D.F. para pedir un veredicto para el litigio que tenían.
Los mercaderes eran Vendí, hijo de Cobré, y Compré, hijo de Pagué, y ambos decían ser el dueño de una esclava que no llevaba vestimentas y que incitaba a los soldados frotándose el pubis. Vendí dijo: Esa esclava me pertenece, la heredé de mi padre, y él de su padre, y él de su padre, y él la encontró en un repollo. Luego Compré le replicó: No, yo pagué por ella con cuatro gallinas, para que ella satisfaga mis deseos de la carne. Vendí se acercó a Homologué y le dijo que el precio no era suficiente, porque esta esclava era una puta excelente y valía mucho más. La justicia de Homologué determinó que el estado se quedaría con la esclava como evidencia del caso, y que las gallinas serían una buena cena para el rey, luego de ser muertas a pedradas por haber sido usadas para comprar una ramera. En cuanto a los mercaderes, un trato es un trato, por lo cual, Vendí tuvo que satisfacer los deseos de la carne de Compré y de su progenie.
El escriba Sarabael, hijo de Sacarinas, hijo de Chespirito, traído por una cigüeña, era quien escribía en papiros todo lo sucedido, y fue tocado en su corazón por el Señor, y comprendió que allí no se impartía justicia, por lo que dijo: En verdad, en verdad os digo, que la ramera es más vieja que el Señor Johrová, y no vale ni la ropa que lleve puesta, tal vez por eso ha de encontrarse desnuda ante nosotros. Y como los corazones del rey Homologué y su corte estaban llenos de maldad, y sus testículos llenos de yogurt, le desterraron por blasfemo, llamándole falso profeta.
Sarabael se dirigió al castillo del rey antes de abandonar la ciudad de Jerusalem D.F. y dijo: Esta es la palabra del Señor, Johrová, todopoderoso Dios de Judalandia, aquel que hace lo que se le da la gana y que envía las sequías para hacernos pasar hambre por razones que están más allá de nuestro entendimiento y no porque sea un idiota. En verdad, en verdad os digo, que la ramera lo que quiere no es incitarlos tocándose el pubis, sino que tiene ladillas, y le pica, y se rasca, y se rasca, y se rasca, amén, y ese es el castigo de Dios por entregarse al pecado, y vosotros padeceréis esta plaga por diez mil años, hasta que se invente un piojicida eficaz.
Sarabael se dispuso a marchar desterrado rumbo al desierto, llevado solo sus ropas, un trozo de pan, un bastón, un paquete de Marlboro y una consola Nintendo. Deambuló bajo el ardiente sol por el desierto durante 40 días y 8 noches, porque durmió 12 noches, y cuando su trozo de pan se acabó, y el hambre y la sed le tenían casi muerto, miró al cielo y exclamó: Johrová, mi Señor, No tengo donde enchufar el Nintendo ni tengo como prender un cigarrillo. Johrová hizo arder un matorral con el que Sarabael prendió, y fumó, y fumó, y luego de unas pitadas comenzó a escuchar voces y tener visiones. En sus alucinaciones, Johrová le mostró un cuadro de Dalí y le dijo: Mirad hacia esa a alucinación fantástica, increíble, signo de demencia, y decidme que veis ahí. Sarabael contestó que veía un pez gigante de Figueras con guisantes en lugar de ojos y restos de un cadáver desforme de la Guerra Civil Española con una mariposa devorando su propio cuerpo durante el apareo con Gala, esposa de Dalí, hijo de Pinté, hijo de Jodías, hijo de Carajob.
Cuando terminó su descripción, Johrová le explicó que eso significaba que él debía volver a Jerusalem D.F. para convertirse en profeta y predicar la palabra de Dios, a lo que Sarabael contestó: Eso me llena de gozo, porque sé que mi vida será muy feliz ahora bajo vuestra constante vigilancia, os escucho, decidme vuestra voluntad para que yo la cumpla gustoso. Mientras se desvanecía la imagen del cuadro de Dalí, apareció un anciano de larga barba, irradiando luz que le dijo: Te diré mi voluntad… Serás mi profeta, no tomarás mujer, no fornicarás, no fumarás más de esas cosas, no comerás carne de animal ni usarás condimentos, no escucharás música rock, orarás todos los días cada quince minutos sin falta, me construirás un gran templo de 14 pisos usando solo semillas de mostaza y adobe bendito, y si alguien te hace algún daño, le pondrás la otra mejilla y le pedirás por favor que continúe. Al escuchar todo eso, Sarabael dijo: Señor, por favor, no me pida todo eso, yo no quiero hacer nada de eso que me pide, es pedir demasiado, nadie con un poco dignidad estaría dispuesto a hacerlo.
Y la respuesta del todomisericordioso Johrová a las suplicas de Sarabael fue: No me importa.
Sarabael volvió su mirada hacia Jerusalem D.F. a pedido de su Dios, y caminó durante otros 40 días y 8 noches. Al llegar a la cuidad le recibieron con burlas y le llamaron demente, a lo que él contestó:
Yo no estoy loco, vengo del desierto, hablé con Dios, él me prendió un cigarrillo, me mostró un cuadro y me dijo que predicara, pero no estoy loco… ustedes me creen… ¿Verdad? Los soldados le apresaron por volver después de su destierro y lo pusieron en un cepo frente a todo el pueblo y bajo el sol durante todo un día, y entre la muchedumbre pudo divisar a Cleopatra, hija de Jamón, hijo de Mamón, a la que pidió su ayuda, pero ella replicó que no tenía nada que ver en esta historia. Luego fue llevado ante en el rey Homologué y su corte, quienes le dijeron: Dices ser un profeta enviado por Johrová, si eso es cierto, dadnos una prueba.
El profeta tomó su bastón y lo arrojó frente al rey diciendo que se transformaría en serpiente y así sucedió, pero Moisés recogió el bastón y dijo que le pertenecía causándole el descrédito. Homologué se levantó de su trono y dijo al profeta: Seré piadoso contigo, y dejaré que el pueblo de Jodá decida si morirás o no. Daré a elegir al pueblo cual vida se perdonará, entre la tuya y la de Sememeo, hijo de Culeo, hijo de Meneo, a quién se le acusa de regalar riquezas sin pagar impuestos y hacer festines paganos llenos de lujuria y perversiones invitando a todo el pueblo, lo que es algo muy grave, así que tenéis ventaja. Y así sucedió, pero el pueblo de Jodá decidió con el pene en lugar de hacerlo con su corazón, lo que llevo a Sarabael a morir empalado mientras todos lamentaban su suerte en una fiesta con Sememeo, que festejaba su indulto. Después de todo esto, la prostituta quedó preñada, y ante la duda de si era por obra del rey o alguno de sus soldados, ella dijo: «Y… ¡Fue el espíritu santo!» y obvio, le creyeron, porque en una Biblia son normales estas cosas… Amén.