La pobre conciencia del hombre-hormiga

Por: Ingo Banghard

Nos acercamos a la conclusión de esta serie de artículos sobre el poder creador del pensamiento cuya verdad fue presentada desde diferentes ángulos. La argumentación ofrecida cumple los criterios de la lógica y satisface el procedimiento científico de hipótesis y comprobación.

Pero en este fragmento me valgo de otros testigos, que se hallan en las culturas antiguas y las profecías de Nostradamus. Su mensaje afirma la nueva teoría, que sostiene la posibilidad de mejorar las habilidades corporales por el pensamiento. Según la Biblia somos dioses en embrión y capaces de evolucionarnos.

Antes de citar los testigos históricos, es menester recalcar brevemente la fórmula, que establece la relación entre el pensamiento y el cuerpo. En la mente diseñamos los programas para las cualidades y habilidades corporales, que se cumplen a través de los años por las enfermedades sicosomáticas.

Por otro lado, si no tenemos deseos de mejorar nuestra capacidad física, no nos enfermamos. El hombre sin vicios, sin deseos vanidosos y contento de su apariencia goza de buena salud. Todo depende de la salud mental para que tengamos un cuerpo sin problemas.

Por medio de esta fórmula bien entendida, somos capaces conocernos mejor y elevarnos hacia la conciencia cósmica. Creo en seres mas avanzados que el hombre porque los planetas como la tierra se encuentran por doquier en el espacio. Millares de millones de sistemas planetarios ofrecen condiciones favorables para que se desarrolle la vida y la inteligencia.

Simplemente por estadísticas se puede llegar a semejante conclusión sin que se mencionen los OVNIS o extraterrestres. En el Universo se hallan personajes más inteligentes y sociedades más elevadas que aquí en la tierra. Con toda seguridad, somos rodeados de otros seres que ya dejaron sus huellas en las culturas antiguas. La fe en Dios no nos impide creer en los OVNIS y los vigilantes espaciales. Aunque desde el punto de vista religioso, no son ignorantes vagabundos del cosmos o pasajeros sin destino, que nos visitan por curiosidad, sino miembros de los ejércitos celestiales y colaboradores de la creación.

La fe en un Poder Omnipotente implica que Dios está presente; en ningún momento nos deja abandonados y sujetos a un juego de circunstancias. No somos huérfanos, somos hijos de un padre celestial. Un ejército de dioses, espíritus y ángeles nos ayudan a progresar durante esta vida pasajera de educación, para que alcancemos la perfección.

Si reconstruimos la historia, también hallamos que la presencia de dioses acompaña el sendero de los pueblos. Algunas civilizaciones antiguas testifican de una fuente muy elevada de su sabiduría. En otro artículo ya mencioné las palabras de la gran pirámide de Egipto, “Hombre conócete a ti mismo y conocerás el Universo y los dioses”. Estas son palabras del futuro y tienen relación con la conciencia cósmica.

Siempre me ha gustado explorar la historia en busca de similares afirmaciones de mi filosofia y las encontré entre las escrituras antiguas y los artefactos arqueológicos. Hay varios hallazgos interesantes, pero unas figuras de piedra me llamaron la atención. Los arqueólogos las encontraron en varias ciudades antiguas de Mesopotamia. Se trata de piedras talladas de una extraña simbología. Porque la figura se parece a un hombre uniformado y con la cabeza de una hormiga. Los expertos estiman la edad de estas imágenes del “hombre-hormiga” entre cinco y ocho mil años pero no han sido capaces de intuir algún sentido de semejantes obras de arte, cuyo origen es desconocido.

Posiblemente, la figura nos hace pensar en los monstruoS del cine, supuestos invasores del espacio, que siempre nos ofrece el comercio cinematográfico. Pero esta mentalidad del cine -un poco infantil- se encuentra lejos de la realidad bíblica.

Somos creados a semejanza del Personaje más elevado del Universo. Los hombres y los dioses son formados a la imagen del sublime Creador. Tan simple son los hechos. No hay monstruos más inteligentes que el ser humano porque todo individuo inteligente tiene semejanz a con Dios y con nosotros.

En cuanto a la figura “hombre- hormiga” no es necesario explorar la infinidad del espacio en busca de una respuesta. Porque esta figura somos nosotros, una humanidad limitada en conciencia y orgulloso de la ciencia. El hombre que no se conoce a sí mismo, conserva la mentalidad de una hormiga.

Sin razón nos vestimos con el orgullo del mundo, lo que ilustra el uniforme militar, sin que entendamos el propósito de las dolencias. Combatimos nuestra fuerza vital, permitiendo al científico intervenir en los procesos de desarrollo que se cumplen por medio de las enfermedades sicosomáticas.

Podemos sentirnos incómodos frente a similares comparaciones, pero el hombre se juzga a sí mismo por estar tan lejos de comprender su naturaleza. Porque la evolución es real, aunque tenga un carácter comprometedor para la ciencia. Atacar la biología sin respetar su fuerza renovadora testifica de una conciencia tan limitada como la de una hormiga.

La mentalidad científica nos hace sentir mal, pero ¿de qué nos sirve el orgullo si no tenemos la razón?. El santuario de la medicina nos impide ver el poder de la vida. Para llegar al fondo del problema, citamos al galeno más famoso del siglo XV, para que declare la veracidad sobre el destino de sus colegas. Escuchamos las palabras del médico Nostradamus, quien ha predicho la suerte de la medicina y, por la importancia de su mensaje, se agregó el original francés. Tengo la impresión que sus palabras son dirigidas a mi persona, llamándome de un sentido figurado como un “embajador para la ciencia médica” (versículo N°10) y “la sanguijuela de los galenos” (versículo N°30).

Predictions N° 10: Ambassadeur pour une Dame, a son vaisseau mettra la rame, pourprier le grand Medecin: Que de l‘oster de telle peine. Mais en ce s’oposera Royne. Grand peine avant qu’en voit la fin.

Predictions N 28: …Le Medecin de tout cecy s’estonne. A mesme temps assigné en personne. Mais pour certain l’un deux comparoistra.

Predictions N°30: Dans peu de temps Medecin du grand mal. Et la sangsue d’ordre & rang inégal, mettront le feu á la branche d’Olive. Poste courir, d’un & d’autre costé, et par tel feu leur Empire accosté…

Predicción N° 10: “Embajador para una dama (la medicina), a su barco (la teoría de evolución) pondrá su remo, pidiendo al gran médico: Para que se abstenga de tal tortura (de las intervencion es quirúrgicas etc.) Pero a eso se opondrá el reino. Grandes dolores antes que se vea el fin”.

Predicción N2 28: “…El médico se maravilla de todo eso… de cierto, uno de los dos (medicina o evolución) se comprobará”. (Los conceptos se difieren por la interpretación de las enfermedades sicosomáticas. La medicina supone un sentido destructivo, mientras que la evolución asume un propósito constructivo que se cumple por las dolencias.

Predicción N°30: Entre poco tiempo, la medicina se sentirá muy mal. Y la sanguijuela (de los galenos) de orden y rango desigual, prenderá fuego a la rama de olivos (el santuario de la medicina). Después correrá de un lado al otro, y por tal fuego todo el imperio (científico) se acostará…

Si hacemos una seria evaluación de la predicción de Nostradamus, la medicina comercial que se practica hoy en día con sus conceptos adversos a la naturaleza edificados tantos años sobre falsas bases, dentro de poco tiempo tendrá una caída estrepitosa ante el mundo, entero quizá con la magnitud de un terremoto de orden social que hará más ruido que la caída del muro de Berlín.

En mi estudio constante acerca del tema de la evolución, hace unos diez años, me encontré frente a similares referencias que despertaron mi interés por profundizar más del espíritu de Nostradamus y me llevaron a confirmar mis propias espectaciones, lo que me hace pensar que yo no era una isla en mis apreciaciones y que realmente, la misma idea y el mismo espíritu me mueve como movió hace 400 años a aquel vidente, y sólo con una llave de carácter intrínseco como éste se puede llegar a una verdad pura.

Estas son las señales que convierten la fe en una aventura maravillosa de vivas experiencias y me hacen creer que nos encontremos en la temporada del cambio de una civilización a la otra, ahora, al final del sexto milenio. Con mis mejores deseos espero que ustedes, amables lectores, tendrán parte en la sociedad del próximo, el séptimo milenio. Nos espera la “…alegría para todos hombres….salud… y tiempos dulces como la miel”, según Nostradamus, centurie X/89.

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Tomado de la revista Hablemos Claro, Edición N°22, Mayo-1992

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