La Teoría de la Felicidad del Amor Viviente
Imagen por @babaluie
Índice
Por: Ken Keyes, Jr.
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El Problema.
La mayoría de las personas están atrapadas en patrones de conciencia que resultan en extendida infelicidad, alienación, temores, continuo conflicto, etc. En vez de darnos cuenta de la “cornucopia” que la vida nos ofrece, nuestra programación produce vidas caracterizadas por la tensión y el bajo nivel de disfrute de la vida. La manera en que actualmente procesamos, percibimos y actuamos ante los estímulos externos es responsable de nuestra incapacidad para ser felices un cien por ciento de las veces. Todos somos seres bellos, pero nuestra programación en los centros de conciencia más bajos de seguridad, sensación y poder hace que nosotros mismos nos hagamos infelices.
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Principio Básico.
La felicidad varía inversamente con las adicciones. Las adicciones son expectativas programadas, demandas, “necesidades absolutas”, deseos o modelos de como el mundo debe de ser, que inmediatamente disparan emociones negativas como la ira, temor, irritación, resentimiento, angustia, etc. Cada adicción lo vuelve a uno vulnerable al sufrimiento. Cuando uno entiende como se genera la experiencia de felicidad e infelicidad, se vuelve evidente que nuestra infelicidad se debe a los modelos adictivos que determinan nuestra percepción y motivación. Ni siquiera el dolor físico produce infelicidad, a menos que uno tenga la adicción de ser libre de dolor. Es la adicción, no el dolor, lo que genera sufrimiento.
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El Predicamento de la Vida.
La cambiante corriente de energías de la vida en que vivimos satisface algunas adicciones y deja otras insatisfechas. En otras palabras, a veces ganamos y a veces perdemos. Pero incluso cuando ganamos, creamos sin quererlo otra demanda adictiva que debe ser vivida de una manera robótica. Generalmente tratamos de cambiar nuestras posibilidades de ganar por medio de más dinero, prestigio o poder. Estas líneas de acción nunca producen un cambio suficiente en el patrón de “ganar algo – perder algo” para producir un nivel elevado de disfrute de la vida. Nuestras expectativas y demandas continúan dominando nuestra conciencia y crean una experiencia insatisfactoria de la vida mientras tengamos cualquier programa adictivo.
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Un Dilema.
Las adicciones insatisfechas dominan nuestra conciencia, nos vuelven incapaces de amar incondicionalmente, mantienen a nuestras mentes racionales agitándose, llevan a nuestra conciencia a proyectarse al futuro o al pasado en vez de disfrutar del aquí y ahora, y nos hacen disparar emociones negativas en un intento por manipular a la gente en el mundo que nos rodea. Las demandas adictivas no satisfechas producen la experiencia de sufrimiento e infelicidad. Las adicciones que satisfacemos nos dan solo un placer pasajero. Aquello que satisface una adicción pronto tiende a formar una nueva adicción que nuestro sistema nervioso indiscriminadamente protege y mejora. Independientemente de que consigamos o no lo que queremos, somos aun vulnerables al temor, a la angustia o a la ira que genera la experiencia de infelicidad.
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La Solución Impracticable.
Nuestros ancestros, a través de eones de vida en la jungla, desarrollaron sistemas nerviosos que efectivamente protegieron a nuestra especie contra los peligros externos. Cerca del 99% de las personas en el mundo están hoy atascadas con sistemas nerviosos que normalmente operan culpando al mundo externo por cualquier problema que experimentan. Organizamos nuestras percepciones y energías tratando de hacer que nuestras vidas funcionen por medio de una programación que es ultra-eficiente en comparar el mundo externo con nuestros modelos adictivos externos —disparando así alarmas de emergencia de ira, temor, angustia, frustración, o celos cuando ellas no corresponden. Cuando operamos en niveles de conciencia más bajos, disparamos emociones que generan acciones forzadas en un intento por cambiar el mundo exterior para que corresponda con nuestras adicciones de seguridad, sensación y poder. El resultado son oscilaciones bruscas —tipo montaña rusa— de placer y dolor (las que tratamos de remediar incrementando nuestra habilidad de manipulación) manteniendo mientras tanto una apariencia social de cortesía, diplomacia y un nivel superficial de cordialidad y amor. Las personas concientes siempre tienen la opción de decidir si tratan de modificar las acciones de la gente alrededor de ellos o cambian sus respuestas a los estímulos externos.
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El Camino a la Felicidad.
La solución práctica al problema de como disfrutar constantemente de nuestras vidas es reentrenar nuestras biocomputadoras de manera que la primera respuesta a una situación de nuestra vida sea armonizar nuestras energías con el mundo exterior en vez de tratar de forzar al mundo exterior a que se ajuste a nuestros patrones internos. La comunicación amorosa incondicional (la cual no se hace adicta a resultados) permitirá generalmente que ocurran los ajustes que necesitamos para armonizar nuestras energías. Cada adicción nos deja vulnerables; las preferencias nos capacitan para disfrutar constantemente la vida. Cuando nuestras biocomputadoras operan desde una programación preferencial, nuestra felicidad no es afectada —sin importar si el mundo exterior se ajusta a nuestras preferencias o no. Esto nos permite disfrutar del aquí y ahora de nuestras vidas, mantenernos centrados en todo momento, amar incondicionalmente, evitar manipulaciones tipo sujeto-objeto, sentirnos seguros e invulnerables, incrementar nuestra perceptividad y sentirnos como en casa en el mundo.
Cuando nuestras biocomputadoras son reentrenadas para interactuar con el mundo de estas maneras, encontramos que la vida nos da lo óptimo en seguridad, sensaciones, poder y amor. El Camino del Amor Viviente hace mucho más que capacitar a una persona para ajustarse pasivamente al aquí y ahora de su vida; es un sistema dinámico para reentrenar la conciencia de uno para vivir una vida efectiva que puede ser continuamente disfrutada.