Manipulando la mentalidad de rebaño en la iglesia
Aunque no lo admitan, la razón para creer en Cristo de muchas personas es simplemente que muchas otras personas creen y han creído a lo largo de la historia. Así, teniendo tan grande “nube de testigos”, la fe en las cosas de Dios se hace más fácil.
Pero aunque este no es un argumento válido para aceptar la fe cristiana, no por eso deja de ser efectivo desde un punto de vista psicológico. Aceptar la opinión mayoritaria puede resultar más cómodo que nadar contra la corriente.
En la práctica, la principal razón para creer en la Biblia es porque es un libro venerado por los cristianos desde hace siglos. Pocos cristianos se detienen a investigar sobre la formación y selección de los libros que ahora conforman la Biblia. Incluso se llega a razonar en círculos que la Biblia es la Palabra de Dios porque la Biblia lo dice.
Basta visitar cualquier congregación cristiana para ver el poder de la mentalidad de rebaño en acción. Acciones que fuera de un ambiente religioso resultaría ridículo hacer, dentro de una iglesia resultan naturales, porque otros las hacen: levantar las manos, persignarse, arrodillarse, hablarle a un ser invisible, rezar, etc.
Incluso alguien que no sea muy creyente, al ver a los feligreses realizar estas acciones, se sentirá impulsado a realizarlas también, aunque sea solo para no desentonar con el grupo. De esta manera, hasta un no creyente depositará de buena gana algo de dinero en la cesta de las ofrendas, al ver que otros lo hacen.
La mentalidad de rebaño es tan fuerte, que puede resultar más efectivo convencer a un grupo de personas a la vez que intentar convencerlas una por una. Esto lo saben los líderes religiosos que promueven las “cruzadas evangelísticas”. Los evangélicos utilizan la mentalidad de rebaño en el “llamado al altar”, en el que se les pide a las personas que quieran “aceptar a Cristo” que pasen al frente. En este tipo de “invitaciones” es común ver que después de que pasan los primeros “conversos”, muchos más les siguen después. Hay pastores que sabiendo esto, con astucia mandan a un grupo de miembros de la iglesia para que pasen al frente posando como nuevos conversos, para motivar a los inconversos para que también pasen.
La persona que pasa al frente en un “llamado al altar” se siente de alguna manera comprometida con la congregación, más de lo que se sentiría comprometida con Dios. Y si las cosas salen bien, ese sentido de compromiso la convertirá en un miembro activo de la iglesia.
Y para todo esto no es necesaria la actuación del “espíritu santo”. Para persuadir a los feligreses es suficiente con la acción del “espíritu de rebaño”.