Oración para invocar juntos a todos los santos del Paraíso
Por: Papaboys
Celebrar a todos los santos es mirar a aquellos que ya poseen la herencia de la gloria eterna. Aquellos que quisieron vivir por la gracia de hijos adoptivos, que permitieron que la misericordia del Padre vivificara cada momento de su vida, cada fibra de su corazón.
Los santos contemplan el rostro de Dios y disfrutan plenamente de esta visión. Son los hermanos mayores que la Iglesia nos propone como modelos porque, siendo pecadores como todos nosotros, todos han aceptado encontrarse con Jesús, a través de sus deseos, sus debilidades, sus sufrimientos e incluso de su tristeza.
Esta beatitud que les da el compartir en este momento la vida misma de la Santísima Trinidad es un fruto de la sobreabundancia que la sangre de Cristo les ha adquirido. A pesar de las noches, a través de las purificaciones constantes que el amor requiere para ser verdadero amor, y algunas veces más allá de toda esperanza humana, todos han querido dejarse quemar por el amor y desaparecer para que Jesús fuera progresivamente todo en ellos. Es María, la reina de todos los santos, quien los ha traído incansablemente de regreso a este camino de la pobreza; es a raíz de esto que han aprendido a recibir todo como un regalo gratuito del Hijo; Es con ella que viven en el presente, escondidos en el secreto del Padre.
3 oraciones a los santos del Paraíso
Oh espíritus celestiales y todos vosotros, Santos del Paraíso, volved piadosamente la mirada a nosotros, los que aún peregrinamos en este valle de dolor y miseria. Ahora disfrutáis de la gloria que habéis merecido sembrando con lágrimas en esta tierra de exilio. Dios es ahora el premio de vuestras fatigas, el principio, el objeto y el final de vuestros goces. ¡Oh almas bendecidas, interceded por nosotros! Pedid para nosotros el caminar detrás de vuestro ejemplo y de copiar en nosotros mismos vuestra virtud, para que, al imitaros en la tierra, seamos con vosotros partícipes de la gloria en el cielo. Así sea. Pater, Ave, Gloria.
O vosotros, todos los que reináis con Dios en el cielo, desde los gloriosos asientos de vuestra bienaventuranza, volved una mirada misericordiosa hacia nosotros, los exiliados de la patria celestial. Recogisteis la amplia cosecha de buenas obras que sembrasteis con lágrimas en esta tierra de exilio. Dios es ahora el premio de vuestras labores y el objeto de vuestras alegrías. Oh benditos del cielo, obtened para nosotros que caminemos detrás de vuestros ejemplos y copiemos vuestras virtudes en nosotros mismos, para que al imitaros en la tierra, seamos partícipes con vosotros de la gloria en el cielo. Que así sea. Pater, Ave, Gloria.
Oh Dios, Padre bueno y misericordioso, te damos las gracias por renovar y animar a tu Iglesia en todo momento, suscitando a los santos en su seno: a través de ellos haces brillar la variedad y la riqueza de los dones de tu Espíritu de amor. Sabemos que los santos, débiles y frágiles como nosotros, han vivido en el heroísmo de la fe, de la esperanza y de la caridad, han imitado perfectamente a tu Hijo y ahora, cerca de Jesús en la gloria, son nuestros modelos e intercesores. Te agradecemos porque quisiste que continuase entre nosotros y los santos la comunión de vida en la unidad del mismo cuerpo místico de Cristo. Te pedimos, oh Señor, la gracia y la fuerza de poder seguir el camino que ellos nos han trazado, para que al final de nuestra existencia terrenal podamos acompañarlos a la posesión beatificante de la luz y de tu gloria. Amén