Mi peregrinaje espiritual III
En busca de una cosmovisión Cuando uno ha dedicado tantas energías y tiempo a las cosas de Dios, y después se vuelve ateo, es normal sentir frustración. Lamentarse por el tiempo perdido, sentir enojo contra la Iglesia y contra la religión en general. Hasta odio. Y es fácil entrar en discusiones con creyentes, y éstos asumen fácilmente la tarea de llevarlo de nuevo al redil. Uno se siente incomprendido. En mi caso, estaba acostumbrado a escuchar música cristiana, leer libros
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