Oraciones cubanas del Justo Juez
Las siguientes oraciones aparecieron en el libro Hampa afro-cubana: Los negros brujos, que fue publicado a principios del siglo XX. Este libro se dedica a documentar las religiones de origen africano de Cuba desde un punto de vista positivista. Era un tiempo de infundado optimismo en la ciencia y el progreso material, en el que a las religiones afrocubanas se las consideraba como signos de una cultura primitiva que debía superarse con una educación moderna. El autor, Fernando Ortíz, consideraba que las religiones afrocubanas eran fuente de comportamiento criminal, y de ahí el título del libro «Hampa Afro-cubana». A pesar de negar ser racista, es claro que el autor hoy sería considerado como tal.
A pesar de su prejuicio positivista, el autor hizo un trabajo encomiable al documentar las tradiciones afrocubanas.
En el caso que nos ocupa, las oraciones del Justo Juez aparecen en unas notas a pie de página, demostrando así el poco valor que le daba a éstas, ya que consideraba que demostraban una superstición inaceptable.
Lo importante de esta documentación, es que da testimonio de las oraciones del Justo Juez más antiguas que se conocen; más antiguas que las que circulan regularmente por Internet, aunque no tan antiguas como la Oración del Justo Juez original en latín y su traducción al español antiguo.
Oraciones del Justo Juez
«En el huerto del Cedrón estaba San Juan con Dominus Deo y le dijo: Ea, Señor, a mis enemigos veo venir, si ojos tienen que no me vean; si manos tienen, que no me agarren; si pies tienen, que no caminen; detente enemigo feroz, que primero nació el hijo de Dios que vos, enemigo. Con dos te mido, con tres te cito: con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. Derribado vengas como derribó a los suyos el Jueves Santo, ligado vengas de pies y manos y ojos vendados para que no me agarren a mí ni quien estuviere a mi lado, de quien me fío es de la Santísima Trinidad y la leche que consagró en los pechos de María Santísima, que nuestros cuerpos sean librados de ser atados, muertos angustiados, ni llagados. Líbrame, Señor, de mis enemigos como libraste a Jonás del vientre de la ballena. Encomiéndame a la luz de la santa Veracruz, corona, clavos y cruz. Señor San Juan, por el trago amargo que pasaste en el ara de la cruz. El Señor sea conmigo y su Santísima Madre; la fortaleza de la fe nos defienda y nos libre de todo mal y peligro. Amén.
Récese un Credo al Gran Poder de Dios. Nota. El que llevare consigo esta oración se verá libre de la persecución de la Justicia y triunfará de sus enemigos; no será interrumpido su sueño por las picaduras de alacranes, arañas y animales ponzoñosos, y en la casa que entrare no acontecerá mal ninguno».
«Hay leones y leonas que vienen contra mí, deténganse en sí propio como se detuvo mi Señor Jesucristo con el Dominus Deo y le dijo al Justo Juez: Ea, Señor, a mis enemigos veo venir, pues tres veces repito: ojos tengan y no me vean; manos tengan, no me toquen; boca tengan, no me hablen; pies tengan, no me alcancen; con dos los miro, con tres les hablo; la sangre les bebo y el corazón les parto. Por aquella santa camisa en que tu Santísimo hijo fue envuelto, es la misma que yo traigo puesta y por ella me he de ver libre de prisiones, de malas lenguas, de hechicerías y maleficios, y para lo cual me encomiendo a todo lo angélico y sacrosanto y me han de amparar los Santos Evangelios, pues primero nació el Hijo de Dios y vosotros lleguéis derribados a mí como el Señor derribó el día de Pascua a sus enemigos; de quien se fía es de la Virgen María, de la Hostia consagrada que se ha de celebrar con la leche de los pechos virginales de María Santísima, por esto me he de ver libre de prisiones, ni seré herido ni atropellado, ni mi sangre derramada, ni moriré de muerte repentina, y también me encomiendo a la Santa Veracruz. Dios conmigo, yo con él, Dios alante, yo tras él. Jesús, María y José.
El que tuviere esta oración ha de tener devoción de rezar todos los días un Credo al Gran Poder de Dios, y una Salve a la Santísima Veracruz. Debe poner su nombre el que la cargare consigo. Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén, Jesús».
«Santísimo, Beatísimo y dichosísimo Estandarte donde murió aquel Justo Juez piadoso Santísimo. Merced te pido me hagas vencedor de mis enemigos y me libres de los lazos del demonio, de los de la Justicia y de los falsos testimonios. Santísima, con dos te veo, con tres te amo, con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. En el huerto Desiderio están San Juan con el Dominus Deus y le dijo el Justo Juez: Señor, a mis enemigos veo venir… Déjalos venir, déjalos venir, déjalos venir, que ligados vienen sus pies y manos y ojos vendados y no te harán daño, ni a ti ni a los que estuvieren a tu lado; si ojos tienen no te verán, si manos tienen no te tocarán, si boca tienen no te hablarán y si pies tienen no te alcanzarán. Es el poder de María tan fuerte y vencedor, que salva al que es inocente y castiga al que es traidor; mansos y humildes de corazón lleguen mis amigos a mí como llegó Nuestro Señor al verdadero árbol de la Cruz S.N. de quién te fías, de la siempre fiel Virgen María y de la Hostia consagrada hoy en manos de un sacerdote, Virgen Santísima, líbrame de mis enemigos visibles e invisibles como libraste a Jonás del vientre de la ballena, por el amor de Dios, amén. Jesucristo me acompañe. Y su madre de quien nació. La Hostia consagrada. Y la Cruz en que murió. Laus Deus«.
El autor del libro, Fernando Ortíz, nos comenta sobre esta última oración:
La anterior oración es de indiscutible origen europeo. En un libro español de oraciones, de editor anónimo hasta cierto punto, he hallado una oración muy semejante para obtener la invisibilidad ante los enemigos. La chusma afrocubana se aprovechó de ella y la transmitió a los negros brujos, muchos de los cuales, repito, debieron conocer en África esta superstición allí representada por los escritos de los marabús.
Los marabús son personajes dentro del Islam que hacen uso de magia folklórica, por lo que sus prácticas no son del todo compatibles con la religión oficial. Los marabús tenían la creencia de que versículos del Corán escritos en papel podían servir de amuletos. Esta idea se reflejaría en la creencia de que portar una oración del Justo Juez sirve de protección, sólo que en lugar de versículos del Corán se utilizarían oraciones de origen católico.
No sé a que oración tomada de un libro español se refiere Ortíz, pero he encontrado una parecida al Justo Juez en un viejo libro sobre oraciones, ensalmos y conjuros de Chile. El libro data del año 1910. La ortografía que se encuentran en ese libro es arcaica. Se escribe i en vez de y:
Jesucristo crucificado
póngase delante de mí;
enemigos i contrarios
que están injuriando a mí,
amansen su corazón
i vuélvanse a mí.
La mano de mi señor San Blas,
adelante i atrás;
la mano de mi señor San Pedro,
adelante i al medio;
la mano de la Virjen María,
de noche i de día.
Bravo vienes como león,
manso encontrarás mi corazon,
como Jesucristo murió en su pasion.
Si tienes ojos, no me veas;
si tienes manos, no me ofendas.
Yo N. N. sea envuelto
‘n el manto en que envuelto fué
Nuestro Señor Jesucristo,
en donde quiera qu’esté.
Dominus Deus, o Domino Deo significa Señor Dios en latín, aunque aquí tiene un significado misterioso: se puede pensar que es una entidad separada que interactúa con el Justo Juez y con Jesucristo. Generalmente se piensa que el Justo Juez es Jesucristo, pero en algunos textos no queda tan claro. Incluso se adivina alguna doctrina contraria al dogma de la Trinidad.
Quizás se menciona a San Juan, ya que San Juan, el discípulo de Jesús, fue el único que no experimentó martirio del grupo original de discípulos de Jesús, según cuenta la historia sagrada. Al no haber sufrido martirio sería un santo adecuado para pedir protección contra persecución y peligros, algo que también se intuye en la oración de los Siete Evangelios.